Elegir una ciudad sobre la cual escribir no fue simple, resulta que tenía tres posibilidades de elegir, una donde nací, la siguiente donde pasé mi adolescencia y por último donde me convertí en quién soy hoy, que es la ciudad donde sigo viviendo.
Nací en Los Mochis, ciudad donde pasé exactamente tres años de mi vida y los recuerdos de ella se resumen en las vacaciones en casa de mis abuelos los veranos, no es exactamente mía. Viví en otras dos ciudades siendo muy chica y llegué a Agua Prieta a media primaria, ahí me formé como individuo, entendí que mis padres eran simples seres humanos y pasé mi adolescencia, pero salvo por algunos recuerdos tampoco la siento mía, quizás nunca la sentí; desde el día que llegué a vivir ahí decidí que no era la ciudad donde pasaría mi época de adulta, si a los 9 años uno decide esas cosas.
Después tuve la fortuna de caer en las Cholulas, no importa San Andrés o San Pedro, ambas para mí son una zona llena de magia y amor. Cuando llegué me enamoré de la ciudad o los pueblos, como quieran verlos. Aquí me terminé de convertir en la mujer que soy, aprendí a diferenciar entre la gente que está contigo por una etapa y la que se queda contigo para siempre. Aquí perdí a mi papá y aprendí a ser amiga de mi mamá. Esta ciudad me ayudó a conocer a mi hermano realmente, y en él me dio el mejor amigo que uno pueda pedir. Aquí también he encontrado a hermanos de alma que han estado ahí en los mejores y peores momentos.
Cholula me ha enseñado que seguir las reglas de otro no es lo mejor para mí, que para ser feliz tengo que aprender a construir mis propias reglas y saber cuándo romperlas. Cholula tiene el poder de doler y enamorar sólo con vivirla, te ve crecer y crece a tu lado, mientras se mantiene eterna, imperturbable, como la pirámide que le da el paisaje imperdible al que me he acostumbrado a llamar hogar. Cholula me ha visto con el corazón destrozado y me ha ayudado a remendarlo, me ha reconstruido y me ha visto renacer más veces de las que tengo memoria.
He tenido la oportunidad de irme, de decirle adiós y no he tenido corazón de hacerlo, no me había dado cuenta hasta que me pidieron reflexionar sobre mi ciudad, nunca hubiera pensado que la escogería a ella, con sus volcanes y sus iglesias, pero de repente uno es así, lo que menos piensa que sucede ahí está sin querer, sin pensarlo.
Cholula para mí ha sido el mejor regalo, sigue aquí, me sigue dando la oportunidad de crecer, me sigue dejando amistades de por vida y me regala todos los días un paisaje espectacular con Don Goyo y su Rosita. Cholula vive de la magia de su gente y nosotros crecemos con la magia de Cholula.