¿Alguna vez has estado agotado? No físicamente, más bien ese agotamiento emocional e intelectual que no puedes atribuirle a nada en específico pero en realidad es una combinación de factores generales. Ayer me encontrabas así, tan cansada que estuve a punto de faltar a la meditación semanal, estuve a punto de llamar a la oficina y decir no puedo salir de mi cama. Al final del día no lo hice, me levanté y fui a la oficina, no hay una justificación médica que diga no me quiero parar de mi cama pero en realidad no tengo ninguna enfermedad.
Ayer el día transcurrió como pasan tantos otros, sacando pendientes, preparando información para poder ser productiva otro día, pasé el día como mucha gente pasa la vida simplemente dejé que las horas pasaran. Por la noche me convencí a mi misma de no faltar a la meditación, de ir con lo que tantas y tantas veces me ha hecho sentir mejor cada vez, el mantener una rutina de algo positivo en mi vida tan caótica este año que termina. El dharma resultó ser del perdón, dentro de lo que yo necesitaba era no ese perdón redentor que viene de fuera sino el perdón interno, el que viene de conocer quiénes somos y nos lleva a perdonarnos por lo que consciente o inconscientemente nos hemos dañado a nosotros mismos. Claro también se habló del perdón a los padres, amigos, parejas y demás, pero el que a mí me resonó era el auto-perdón. Escuché y traté de llegando a mi casa intentar identificar porque me había resonado tanto.
El resultado de haber ido a la meditación fue que en efecto tengo mucho que perdonarme a mí misma, todos tenemos mucho que perdonarnos a nosotros mismos, pero hoy hablo de mí. Requiero perdonarme el no darme tiempo, el seguir aceptando obligaciones que no me corresponden, el tener una imagen irreal de quien debo ser y el encabronamiento conmigo misma que conlleva el no ser perfecta y si creéme me queda claro que nadie es perfecto pero esa búsqueda de la perfección es algo con lo que lucho constantemente. Al final me falta mucho, pero por lo menos ahora entiendo que necesito platicar mas constantemente conmigo misma, que necesito encontrar mis límites y respetarlos yo misma antes de exigirle a alguien más hacerlo.
Después de ese agotamiento que sentí ayer, hoy desperté y es cumpleaños de mi madre, la felicité con gusto y con ganas de poder pasar el día con ella pero sin poder hacerlo porque tengo obligaciones de trabajo que cumplir. Al final me desperté una vez más con ganas de salir a trabajar, de ser productiva y no sólo dejar pasar las horas, sino realmente vivirlas. Lo único que necesitaba para brincar ese agotamiento que tenía era descubrir que nada fuera de mi lo provocaba, que necesito darme tiempo para mí y realmente estar en donde quiero estar por gusto y si algo debe hacerse por obligación pensar en la motivación más allá. Para brincar el agotamiento primero debía perdonarme a mi misma por llegar al punto en que el agotamiento llegó y haberme permitido a mi misma no respetar los límites que todos debemos de tener en las obligaciones a cumplir.
Para recuperar mi capacidad de ser feliz primero debía de recuperar mi capacidad de hablar conmigo misma y realmente escuchar. ¿Has pensado que te tiene agotado a tí?
Besitos… 😉 L